Ubicar el estudio en su campo
Imagina que estás planeando un viaje a una
ciudad desconocida. Sin un mapa o una brújula, podrías caminar sin rumbo,
perdiendo tiempo y energía. En la investigación académica, el contexto de un
estudio actúa como ese mapa: orienta al lector, delimita el terreno y asegura
que el trabajo sea relevante y significativo. Ubicar un estudio en su campo no
es un mero trámite; es un acto deliberado que da sentido al esfuerzo
investigativo, conecta el trabajo con debates más amplios y demuestra su
relevancia. Este artículo explora por qué el contexto es crucial en una tesis
de grado, cómo construirlo de manera efectiva y cómo seleccionar fuentes
relevantes para fundamentar un estudio, todo ello con un enfoque riguroso pero
accesible.
¿Por qué es importante el contexto en una tesis?
El contexto en una investigación es como el
cimiento de una casa: sin él, la estructura se tambalea. Según Hernández
Sampieri et al. (2014), el contexto de un estudio establece el marco teórico,
conceptual y empírico que justifica la relevancia de la investigación. Es el
puente que conecta tu trabajo con el conocimiento existente, mostrando cómo tu
estudio encaja en un rompecabezas mayor. Pero, ¿por qué es esto tan crucial?
Primero, el contexto da claridad. Al delimitar
el campo de estudio, ayudas al lector a entender de qué trata tu investigación
y por qué importa. Por ejemplo, si tu tesis aborda la educación inclusiva en
escuelas rurales de América Latina, el contexto debe explicar qué se ha dicho
sobre este tema, cuáles son los vacíos en el conocimiento y cómo tu trabajo
aporta algo nuevo.
Segundo, el contexto establece credibilidad. Al
citar autores reconocidos y fuentes confiables, demuestras que tu investigación
no surge de la nada, sino que se apoya en un fundamento sólido. Como señala Eco
(2013), una buena investigación no solo presenta datos, sino que dialoga con
otros investigadores, mostrando respeto por el conocimiento acumulado.
Finalmente, el contexto inspira. Al conectar tu
estudio con problemas reales, haces que el lector —ya sea tu tutor, un
evaluador o un colega— sienta que tu trabajo tiene un propósito. Por ejemplo,
imagina que tu tesis explora el impacto de las redes sociales en la salud
mental de adolescentes. Al contextualizar cómo este problema afecta a millones
de jóvenes, invitas al lector a preocuparse por el tema tanto como tú.
Ejemplo práctico: El caso de Ana
Ana, una estudiante de sociología, quería
investigar la participación política de mujeres indígenas en México. Al
principio, su borrador carecía de contexto: simplemente describía su
metodología y algunos datos. Su tutor le señaló que, sin un marco claro, su
trabajo parecía desconectado. Ana revisó su introducción y agregó un contexto
que explicaba el historial de exclusión política de las mujeres indígenas,
citando a autoras como Rosalva Aída Hernández (2001), quien ha estudiado los
movimientos indígenas en Chiapas. También incluyó datos sobre la baja
representación femenina en cargos públicos, según el Instituto Nacional de
Estadística y Geografía (INEGI). Este contexto no solo dio profundidad a su
trabajo, sino que también mostró por qué su investigación era relevante en el
México actual.
Construyendo el contexto: Pasos clave
Ubicar un estudio en su campo implica varios
pasos, cada uno con un propósito claro. A continuación, desglosamos el proceso
en etapas prácticas, explicando el "cómo" y el "por qué" de
cada una.
1. Identificar el campo disciplinario
El primer paso es situar tu investigación
dentro de un campo disciplinario específico. ¿Es tu estudio de psicología,
sociología, educación, ingeniería? Definir esto ayuda a delimitar las fuentes
relevantes. Por ejemplo, un estudio sobre el estrés laboral podría abordarse
desde la psicología organizacional, la sociología del trabajo o incluso la
medicina ocupacional. Cada disciplina tiene sus propias lentes, teorías y
autores clave.
Por qué importa: Identificar el campo
disciplinario te ayuda a hablar el idioma de tu comunidad académica. Según
Martínez Miguélez (2004), las disciplinas tienen paradigmas que guían la
producción de conocimiento, y alinearte con ellos fortalece tu argumento.
Cómo hacerlo: Revisa las revistas y
libros fundamentales de tu disciplina. Por ejemplo, en educación, autores como
Paulo Freire o Lev Vygotsky son referentes ineludibles. Si tu tesis está en un
campo interdisciplinario, como los estudios de género, busca autores que crucen
disciplinas, como Judith Butler o la mexicana Marcela Lagarde.
2. Mapear el estado del arte
El estado del arte es un panorama de lo que se
ha dicho sobre tu tema. Esto implica revisar investigaciones previas,
identificar tendencias, debates y vacíos en el conocimiento. Por ejemplo, si
estudias el cambio climático en comunidades costeras, podrías revisar trabajos
de autores como Enrique Leff (2014), quien analiza la relación entre medio
ambiente y sociedad desde una perspectiva latinoamericana.
Por qué importa: El estado del arte
muestra que conoces el terreno. Como señala Eco (2013), una tesis no es una
opinión personal, sino un diálogo con el conocimiento existente. Al mapear el
estado del arte, demuestras que tu investigación no repite lo ya dicho, sino que
aporta algo nuevo.
Cómo hacerlo: Usa bases de datos
académicas como Scielo, Redalyc o Dialnet, que son ricas en publicaciones en
español. Busca artículos de los últimos 5-10 años para garantizar relevancia.
Por ejemplo, si tu tema es la inteligencia artificial en la educación, podrías
citar a autores como Juan Ignacio Pozo, quien explora el aprendizaje en
contextos tecnológicos.
3. Seleccionar fuentes relevantes
La selección de fuentes es el corazón del
contexto. No todas las fuentes son iguales: deben ser confiables, relevantes y
recientes. Según Tamayo y Tamayo (2011), las fuentes deben cumplir con
criterios de autoridad (¿quién lo escribió?), actualidad (¿es relevante hoy?) y
pertinencia (¿aporta a tu argumento?).
Por qué importa: Las fuentes adecuadas
dan solidez a tu trabajo. Imagina que estás construyendo una casa: usar
materiales de baja calidad (fuentes dudosas) pone en riesgo toda la estructura.
Fuentes confiables, como libros de editoriales académicas o artículos revisados
por pares, son los ladrillos que sostienen tu investigación.
Cómo hacerlo: Prioriza fuentes
académicas sobre materiales populares. Por ejemplo, en lugar de citar un blog,
busca artículos en revistas como Revista
Latinoamericana de Psicología o Educación
y Sociedad. Si necesitas datos empíricos, consulta instituciones
como el INEGI o la CEPAL. Además, incluye autores de habla hispana con
trayectoria, como Gloria Careaga en estudios de género o Carlos Monsiváis en
análisis cultural.
4. Explicar la relevancia del estudio
El contexto debe responder a la pregunta: ¿por
qué este estudio importa ahora? Esto implica conectar tu tema con problemas
actuales o necesidades sociales. Por ejemplo, si estudias la migración
centroamericana, podrías citar datos de la Organización Internacional para las
Migraciones (OIM) y vincularlos con el impacto humano de la migración, como las
historias de familias separadas.
Por qué importa: La relevancia
emociona al lector. Como señala Boaventura de Sousa Santos (2009), la
investigación debe tener un propósito ético: contribuir al bienestar social. Al
mostrar por qué tu estudio importa, no solo justificas tu trabajo, sino que
invitas al lector a involucrarse.
Cómo hacerlo: Usa datos, historias
o analogías. Por ejemplo, si tu tesis aborda la pobreza urbana, podrías empezar
con una breve historia sobre una comunidad afectada, apoyada con estadísticas
de la CEPAL. Esto hace que el lector sienta el peso del problema.
Estrategias para seleccionar fuentes relevantes
Seleccionar fuentes no es solo buscar
información; es un proceso estratégico que requiere criterio. A continuación,
presentamos estrategias clave, con ejemplos prácticos para ilustrar cada una.
Estrategia 1: Usar palabras clave específicas
Define palabras clave que capturen la esencia
de tu tema. Por ejemplo, si tu tesis es sobre la educación inclusiva, podrías
usar términos como "inclusión educativa", "diversidad en el
aula" o "políticas educativas". Estas palabras te ayudarán a
encontrar fuentes relevantes en bases de datos.
Ejemplo práctico: Juan, un estudiante
de pedagogía, buscaba fuentes sobre la inclusión de estudiantes con
discapacidad. Usó las palabras clave "educación inclusiva" y
"discapacidad" en Redalyc, lo que lo llevó a artículos de autores
como Mel Ainscow y Alicia Moreno, expertos en el tema.
Estrategia 2: Evaluar la calidad de las fuentes
No todas las fuentes son igualmente válidas.
Usa el modelo CRAAP (Currency, Relevance, Authority, Accuracy, Purpose) para
evaluarlas:
·
Currency (Actualidad): ¿Es reciente la
fuente? Para temas como tecnología, busca publicaciones de los últimos 5 años.
·
Relevance (Relevancia): ¿La fuente aborda
directamente tu tema? Un artículo general sobre educación no es útil si tu
tesis es sobre educación inclusiva.
·
Authority (Autoridad): ¿Quién escribió la
fuente? Prioriza autores con trayectoria, como Enrique Leff para temas
ambientales.
·
Accuracy (Precisión): ¿La fuente está
respaldada por evidencia? Busca artículos con metodologías claras.
·
Purpose (Propósito): ¿La fuente es
objetiva? Evita materiales con sesgos comerciales.
Ejemplo práctico: María, investigando
sobre cambio climático, encontró un blog con datos alarmantes pero sin
referencias. En cambio, optó por un artículo de Leff (2014) en Revista Ambiente y Desarrollo,
que ofrecía datos verificables y un análisis profundo.
Estrategia 3: Diversificar las perspectivas
Incluye fuentes que representen diferentes
enfoques. Por ejemplo, si estudias la violencia de género, combina perspectivas
sociológicas (Marcela Lagarde), psicológicas (Gloria Careaga) y legales (leyes
nacionales). Esto enriquece el contexto y muestra un análisis integral.
Ejemplo práctico: Luis, cuya tesis
trataba sobre el trabajo infantil, incluyó fuentes sociológicas (como trabajos
de Emilio Tenti Fanfani), estadísticas de la OIT y testimonios de ONGs. Esto le
permitió presentar un panorama completo del problema.
Estrategia 4: Usar analogías para conectar con el
lector
Las analogías hacen que conceptos complejos
sean accesibles. Por ejemplo, puedes comparar la selección de fuentes con la
búsqueda de ingredientes para una receta: necesitas los mejores para que el
plato (tu tesis) sea excepcional.
Ejemplo práctico: En su tesis sobre
inteligencia artificial, Sofía explicó la selección de fuentes como
"elegir los mejores ladrillos para construir una casa". Usó esta
analogía para mostrar que fuentes confiables (como artículos de Juan Ignacio
Pozo) eran esenciales para un argumento sólido.
Conexión emocional: Hacer que el lector se sienta
parte
Una tesis no es solo un ejercicio académico; es
una oportunidad para generar impacto. Para involucrar al lector, incluye
elementos que apelen a sus emociones. Por ejemplo, si tu tema es la desigualdad
educativa, comparte una breve historia sobre un estudiante que superó barreras
gracias a una educación de calidad. Esto no solo humaniza el tema, sino que
motiva al lector a seguir leyendo.
Además, usa un lenguaje claro y directo. Evita
jergas innecesarias y explica términos técnicos. Por ejemplo, en lugar de decir
"marco epistemológico", explica que es "la forma en que
entendemos y organizamos el conocimiento en nuestro estudio". Esto hace
que el lector, incluso sin experiencia académica, se sienta incluido.
Conclusión: El contexto como brújula
Ubicar un estudio en su campo es más que un
requisito académico; es un acto de responsabilidad y creatividad. Al construir
un contexto sólido, no solo das claridad y credibilidad a tu trabajo, sino que
también inspiras a otros a interesarse por tu tema. La selección de fuentes
relevantes, guiada por criterios como autoridad, actualidad y pertinencia, es
el pilar que sostiene este proceso. Al seguir los pasos y estrategias
descritos, puedes transformar tu tesis en una contribución valiosa al
conocimiento, una que no solo cumpla con las expectativas académicas, sino que
también deje una huella en quienes la lean.
Como estudiante, este proceso puede parecer
abrumador, pero recuerda: cada fuente que eliges, cada párrafo que escribes, es
un paso hacia tu meta. Tu tesis es tu voz, tu oportunidad de decir algo nuevo.
Con un contexto bien construido, no solo estarás completando un requisito, sino
que estarás abriendo puertas para futuras investigaciones y, quién sabe,
inspirando a otros a seguir tu camino.
Bibliografía
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De
Sousa Santos, B. (2009). Una
epistemología del sur: La reinvención del conocimiento y la emancipación social.
México: Siglo XXI.
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Eco,
U. (2013). Cómo se hace una
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Hernández
Sampieri, R., Fernández Collado, C., & Baptista Lucio, P. (2014). Metodología de la investigación
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Hernández,
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Leff,
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vida: Imaginación sociológica e imaginarios sociales en los territorios
ambientales del sur. México: Siglo XXI.
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Martínez
Miguélez, M. (2004). Ciencia y
arte en la metodología cualitativa. México: Trillas.
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Tamayo
y Tamayo, M. (2011). El
proceso de la investigación científica. México: Limusa.