miércoles, 26 de septiembre de 2012

Resguardo/Control y Descubrimiento/Aprendizaje



Dice Anthony Robbins en su libro Poder sin Límites “…La máquina con más grado de libertad, la más flexible es la que presenta una mayor eficacia. Lo mismo pasa con las personas; la clave consiste en plantear tantas opciones como sea posible, tratar de abrir todas las puertas, ensayar tantos planteamientos como sea necesario y posible para resolver un problema. Si funcionáramos bajo un solo programa o actuáramos a partir de una sola estrategia, seríamos tan eficaces como un automóvil con una sola marcha.” (pag. 325/6. Edit. Grijalbo, 1.997)

Cuando lo único constante es el cambio resulta bastante difícil aceptar como válido un supuesto inamovible. El Resguardo/Control es una forma de dominio y estabilidad que no acompaña a la evolucionada marcha a paso doble de los acontecimientos del entorno, por lo que el individuo pierde de vista a los cambios que se presentan y actúa como el cangrejo, caminando hacia atrás en vez de proyectarse al futuro con pasos firmes basados en una mentalidad de Aprendizaje/Descubrimiento.

La seguridad del estatus quo endulza la intención de influencia sobre un entorno nada estable y duradero, creando un espejismo distorsionado de la realidad que a la larga, nos encamina a un abismo, por no encajar con las nuevas condiciones del contexto. Sin embargo, el Aprendizaje/Descubrimiento nos lleva a revelar una nueva forma de incursionar. En el ambiente actualizando la forma de pensar y ver el mundo que a pesar de sus cambios; ya sean estos buenos o malos, encontramos innovadoras maneras de enfrentar situaciones con una mayor probabilidad de éxito.

El asumir “no saber” puede transmitir inseguridad e inclusive ineptitud; aspectos poco apreciados, pero humanos. Si aprendemos a lidiar con esto, estaremos desprendiendo lo aprendido para así dar lugar a diferentes saberes que no enfrentan o colisionan con el cambiante entorno.

Parece tan sencillo como decir “ya está”; pero estamos hablando de un cambio de actitud que no solo dure este día o esta semana, estamos refiriéndonos a un cambio de hábitos, pensamientos, mitos y creencias que son parte de nuestro día a día.

Esto requiere primeramente Aprender a Desaprender para sí poder aceptar nuevos conocimientos; significa sacarnos las ojeras que tenemos puestas (tipo los utilizados con los caballos para que no se distraigan ni asusten por la presencia de otros caballos o vehículos) y aceptar que los cambios del entorno van a afectar el planteamiento a presentar.

Esta intensión de comprender; ponerse en el lugar de los otros, o como se suele decir: “en los zapatos del otro” no necesariamente va a afectar o incidir en el contenido de lo formulado, sino más bien en cómo formularlo para lograr una efectiva comunicación. Aceptar las diferencias como normal y no como rara excepción nos encamina a un crecimiento y evolución. Esto permitirá abrir nuevos portones con la preparación mental para enfrentar los constantes cambios, y la flexibilidad necesaria para valorar el aporte de los nuevos enfoques.

Para muchos directivos resulta tranquilizador conocer la peculiar afirmación de que las organizaciones e instituciones son excelentes representaciones de lo que en física y matemática son denominados sistemas caóticos o sistemas complejos, siendo justamente la frontera del caos en donde se produce la mayor creatividad. La creatividad es un proceso psicológico que precede a la innovación y esta es condicionada negativamente por el exceso del orden y la estabilidad.

El estado del caos se auto organiza mediante la aparición de los denominados atractores (sustrato idóneo para la creatividad e innovación de las organizaciones). En este estado de caos autoorganizado, las personas no están confinadas en roles estrechos, sino mas bien desarrollan paulatinamente su capacidad de diferenciación y relación en forma creciente hacia su máximo potencial de contribución para la eficiencia organizativa.

El problema comienza con nosotros, la identificación objetiva es un buen principio para el cambio interno. Reconocer con honestidad sin atribuir arbitrariamente los éxitos y/o fracasos, con una actitud de cambio para mejorar puede ser una gran fuente de motivación de logros (aproximación al éxito o superación del fracaso).

Encender el espíritu emprendedor (aprovechar o crear oportunidades) que todos llevamos en nuestro interior requiere de una pizca de curiosidad, dos cucharas de necesidad y cinco kilos de voluntad. El emprendizaje o capacidad de emprender nuevos aprendizajes para saber dar respuestas con creatividad y rigor metodológico, demanda constancia y disciplina para su germinación.

La profesionalización (condiciones para ejercer la profesión) debe estar acompañada por el profesionalismo (resultados), conceptos que no pueden disociarse y el primer gran escollo es justamente el individuo. La percepción, el contexto, la experiencia, los conocimientos adquiridos y el estado anímico ejercen tal influencia que si la mentalidad Resguardo/Control no es interceptada y la mentalidad Descubrimiento/Aprendizaje es internalizada resultaría muy difícil (por no decir imposible) generar un cambio efectivo aprovechando los nuevos y distintos escenarios.

Salvador García, en su libro Dirección por Valores, hace una referencia histórica al tipo de dirección que se ha utilizado en las organizaciones. Menciona tres tipos:

1.    Dirección por Instrucción: primera etapa de la organización formal, mecánico, sin mucha explicación, se inicia aproximadamente en el año 1.900, su precursor es Frederick Taylor.

2.    Dirección por Objetivos: segunda etapa en donde las metas son compartidas y se busca el involucramiento de las personas, se inicia aproximadamente en el año 1.960, su precursor es Peter Drucker. Y;

3.    Dirección por Valores: tercera etapa que se avecina y la propone el citado autor, donde el empleado pasa a ser colaborador, el profesor pasa a ser facilitador, donde el compromiso, sentido de pertenencia, integridad, solidaridad, honestidad, equipo, y muchos otros términos semejantes marcan la diferencia.

La propuesta citada por Salvador García (Dirección por Valores) va en estrecha relación con una nueva construcción mas bien artesanal de los pilares (principios y valores), estos direccionan el sentido hacia un crecimiento intelectual constante e ininterrumpido del individuo, con la solvencia necesaria para afrontar circunstancias venideras. Sin dar mucha importancia al tipo de escenario que tiene en frente, sino mas bien a descubrir y aprender de los mismos para lograr su adaptación y perfeccionamiento.

Se dice que en épocas de crisis existen dos tipos de personas, las que se ponen a llorar y… las que se ponen a vender pañuelos. Nuestras intensiones de mantener el control en todo lo que hacemos cada vez se vuelve un trabajo arduo y complicado; por más esfuerzo y tenacidad que demostremos vamos a sucumbir o, como mínimo seremos relegados por estar desfasados.

No hay que temer al devenir pues no lo podemos detener, más bien hay que prepararnos para afrontarlo, y la mejor manera es replantear en base al devenir. El descubrir y aprender significa actualizarse y renovarse; por tanto, los éxitos pasados no pueden garantizar éxitos futuros. 

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