RESGUARDO / CONTROL y DESCUBRIMIENTO / APRENDIZAJE
Dice Anthony Robbins en su
libro Poder sin Límites “…La máquina con más grado de
libertad, la más flexible es la que presenta una mayor eficacia. Lo mismo pasa
con las personas; la clave consiste en plantear tantas opciones como sea
posible, tratar de abrir todas las puertas, ensayar tantos planteamientos como
sea necesario y posible para resolver un problema. Si funcionáramos bajo un
solo programa o actuáramos a partir de una sola estrategia, seríamos tan
eficaces como un automóvil con una sola marcha.” (pag. 325/6. Edit. Grijalbo,
1.997)
Cuando lo único constante es el
cambio resulta bastante difícil aceptar como válido un supuesto inamovible. El
Resguardo/Control es una forma de dominio y estabilidad que no acompaña a la
evolucionada marcha a paso doble de los acontecimientos del entorno, por lo que
el individuo pierde de vista a los cambios que se presentan y actúa como el
cangrejo, caminando hacia atrás en vez de proyectarse al futuro con pasos
firmes basados en una mentalidad de Aprendizaje/Descubrimiento.
La seguridad del estatus
quo endulza la intención de influencia sobre un entorno nada estable y
duradero, creando un espejismo distorsionado de la realidad que a la larga, nos
encamina a un abismo, por no encajar con las nuevas condiciones del contexto.
Sin embargo, el Aprendizaje/Descubrimiento nos lleva a revelar una nueva forma
de incursionar. En el ambiente actualizando la forma de pensar y ver el mundo
que a pesar de sus cambios; ya sean estos buenos o malos, encontramos
innovadoras maneras de enfrentar situaciones con una mayor probabilidad de
éxito.
El asumir “no saber”
puede transmitir inseguridad e inclusive ineptitud; aspectos poco apreciados,
pero humanos. Si aprendemos a lidiar con esto, estaremos desprendiendo lo
aprendido para así dar lugar a diferentes saberes que no enfrentan o colisionan
con el cambiante entorno.
Parece tan sencillo como decir
“ya está”; pero estamos hablando de un cambio de actitud que no solo dure este
día o esta semana, estamos refiriéndonos a un cambio de hábitos, pensamientos,
mitos y creencias que son parte de nuestro día a día.
Esto requiere primeramente “Aprender
a Desaprender” para sí poder aceptar nuevos conocimientos;
significa sacarnos las ojeras que tenemos puestas (tipo los utilizados con los
caballos para que no se distraigan ni asusten por la presencia de otros
caballos o vehículos) y aceptar que los cambios del entorno van a afectar el
planteamiento a presentar.
Esta intensión de comprender;
ponerse en el lugar de los otros, o como se suele decir: “en los zapatos del
otro” no necesariamente va a afectar o incidir en el contenido de lo formulado,
sino más bien en cómo formularlo para lograr una efectiva comunicación. Aceptar
las diferencias como normal y no como rara excepción nos encamina a un
crecimiento y evolución. Esto permitirá abrir nuevos portones con la
preparación mental para enfrentar los constantes cambios, y la flexibilidad
necesaria para valorar el aporte de los nuevos enfoques.
Para muchos directivos resulta
tranquilizador conocer la peculiar afirmación de que las organizaciones e
instituciones son excelentes representaciones de lo que en física y matemática
son denominados sistemas caóticos o sistemas complejos, siendo justamente la
frontera del caos en donde se produce la mayor creatividad. La creatividad es
un proceso psicológico que precede a la innovación y esta es condicionada
negativamente por el exceso del orden y la estabilidad.
El estado del caos se auto
organiza mediante la aparición de los denominados atractores (sustrato idóneo
para la creatividad e innovación de las organizaciones). En este estado de caos
autoorganizado, las personas no están confinadas en roles estrechos, sino mas
bien desarrollan paulatinamente su capacidad de diferenciación y relación en
forma creciente hacia su máximo potencial de contribución para la eficiencia
organizativa.
El problema comienza con
nosotros, la identificación objetiva es un buen principio para el cambio
interno. Reconocer con honestidad sin atribuir arbitrariamente los éxitos y/o
fracasos, con una actitud de cambio para mejorar puede ser una gran fuente de
motivación de logros (aproximación al éxito o superación del fracaso).
Encender el espíritu emprendedor
(aprovechar o crear oportunidades) que todos llevamos en nuestro interior
requiere de una pizca de curiosidad, dos cucharas de necesidad y cinco kilos de
voluntad. El emprendizaje o capacidad de emprender nuevos aprendizajes para
saber dar respuestas con creatividad y rigor metodológico, demanda constancia y
disciplina para su germinación.
La profesionalización (condiciones
para ejercer la profesión) debe estar acompañada por el profesionalismo
(resultados), conceptos que no pueden disociarse y el primer gran escollo es
justamente el individuo. La percepción, el contexto, la experiencia, los
conocimientos adquiridos y el estado anímico ejercen tal influencia que si la
mentalidad Resguardo/Control no es interceptada y la mentalidad
Descubrimiento/Aprendizaje es internalizada resultaría muy difícil (por no
decir imposible) generar un cambio efectivo aprovechando los nuevos y distintos
escenarios.
Salvador García, en su
libro Dirección por Valores, hace una referencia histórica al tipo
de dirección que se ha utilizado en las organizaciones. Menciona tres tipos:
1. Dirección
por Instrucción: primera etapa de la organización formal, mecánico,
sin mucha explicación, se inicia aproximadamente en el año 1.900, su precursor
es Frederick Taylor.
2. Dirección
por Objetivos: segunda etapa en donde las metas son compartidas y se
busca el involucramiento de las personas, se inicia aproximadamente en el año
1.960, su precursor es Peter Drucker. Y;
3. Dirección
por Valores: tercera etapa que se avecina y la propone el citado
autor, donde el empleado pasa a ser colaborador, el profesor pasa a ser facilitador,
donde el compromiso, sentido de pertenencia, integridad, solidaridad,
honestidad, equipo, y muchos otros términos semejantes marcan la diferencia.
La propuesta citada por Salvador
García (Dirección por Valores) va en estrecha relación con una nueva
construcción mas bien artesanal de los pilares (principios y valores), estos
direccionan el sentido hacia un crecimiento intelectual constante e
ininterrumpido del individuo, con la solvencia necesaria para afrontar
circunstancias venideras. Sin dar mucha importancia al tipo de escenario que
tiene en frente, sino mas bien a descubrir y aprender de los mismos para lograr
su adaptación y perfeccionamiento.
Se dice que en épocas de crisis
existen dos tipos de personas, las que se ponen a llorar y… las que se ponen a
vender pañuelos. Nuestras intenciones de mantener el control en todo lo que
hacemos cada vez se vuelve un trabajo arduo y complicado; por más esfuerzo y
tenacidad que demostremos vamos a sucumbir o, como mínimo seremos relegados por
estar desfasados.
No hay que temer al devenir pues no lo podemos detener, más bien hay que prepararnos para afrontarlo, y la mejor manera es replantear en base al devenir. El descubrir y aprender significa actualizarse y renovarse; por tanto, los éxitos pasados no pueden garantizar éxitos futuros.